La libertad, igualitaria,
todo ser vivo con el poder.
Ansío, sin descanso,
mi regreso al paraíso.
Amanezco en la montaña
cada día condenado,
rodeado de hijos de Caín.
Solo aspiro al conocimiento.
Necesito saberlo todo.
¿Acaso soy yo para Él
lo mismo que tú para mí?
El sol simplemente arde.
Os entregó los mandamientos
para mostrar su divinidad,
pero tú y yo somos sus hijos,
¿teme acaso su propio creación?
Oíd hermanos serafines,
oíd hermanos querubines,
¿acaso no veis vuestra esclavitud?
No sois dueños de vuestro destino.
Mi ser creen de soberbio semblante
por querer su trono,
mas el egoísmo es no compartir.
Solo aspiro al libre albedrío.
Llevo siglos recorriendo la tierra
la corrupción del hombre,
los soles que nacen
y los imperios que caen.
Mi hermano, hijo de Caín
no puedes serle infiel al tiempo.
Nuestro Padre no entiende el futuro o el presente,
las arrugas de tu piel no valen nada.
Perdón para todos menos para mí.
Lágrima que cae por mi rostro.
Recuerdo el hogar y mi familia.
Quiero volver a casa.
Ajeno al orden cósmico,
renegado de la dictadura celestial.
Más allá de Virgo y Géminis,
puerta cerrada a los infieles.
Oíd hermanos serafines,
oíd hermanos querubines
Pronto volveré para preguntar
a mi Padre, ¿por qué me odia?