miércoles, 30 de noviembre de 2016

La huida

Te persigo
por todos los bosques,
por las selvas y junglas,
y te pierdo.
Te intento agarrar
pero huyes
por las ciudades y edificios,
por las playas y mares,
como sí escaparas de mí.
Y yo sé que eres buena chica,
no creo en el pasado,
y es curioso,
porque cuando por fin te cojo,
te vuelvo a soltar
y te susurro al oído
"Huye, eres libre".
Y lo maldigo todo,
rompo todo,
ardo,
me destruyo 
mientras tú corres
lo más rápido que puedes.
Y algún día te cansarás
y yo dejaré que descanses
porque no sé hacer otra cosa

que perseguirte.

El gran mono rojo

La vergüenza y el tiempo no me cogen,
no me cogen.
Camino por la calle con pies ligeros,
con pies ligeros.
El hombre ceniza toca una melodía
mientras el público se muere de frío.
Somos la nada.
Fricción existencial en dos colchones.
¡Qué alguien me llame al móvil!
Vienen y van,
son
estudiantes del corazón.
¿Quién me paga la beca de conocer a fondo?
¿Quién me quiere rescatar de lo profundo,
de lo más hondo?
Princesas de rodillas en el váter.
Sumergido
en el agua
hablo con los peces.
Me pregunta uno
¿Qué haces aquí si este no es tu sitio?
Yo le digo
¡Un pez que habla!
Los pájaros me agarran de los hombros,
me sacan de la profundidad,
no le pedí el número a aquella sirena.
Emigramos, humano
¡Un pájaro que habla!
Espirales de color,
huracanes de sabor.
Las estrellas se estrellan contra el asfalto,
un yonki grita
¡Qué alguien me de algo!
Las sillas de las escuelas se quedan sin tornillos,
los niños no pueden seguir estudiando.
El mono rojo es el señor del fuego,
danos tu llama, gran mono rojo,
danos tu conocimiento, gran mono rojo.
La calle es negra,
corro con los perros
mientras los puños salen de mi boca.
Las nubes giran
mientras el cielo se abre.

Hay alguien en ese espejo,
hay alguien en los reflejos.

¿Quién eres?

lunes, 28 de noviembre de 2016

Cosas de niños

Aquellos niños,
que salían de clase
y se aflojaban las corbatas,
iban al descampado
a fumar canutos y a filosofar.
Allí descubrieron
que importaban más
los besos que los puños,
el respeto de los maestros
antes que su aprobación.
Y así nacieron hombres
que sabían lo que querían.

Incorruptibles.

Aquellos niños
jugaban en frías calles
sin dueños.
Escapaban de la misa
para fumar los cigarrillos
que el hijo del párroco
robaba a su padre.

Aquellos niños,
que brillaban cuales estrellas muertas,
presumían de su juventud
golpeando al tiempo
como a una lata 
que dormía en la dura acera.
Nada importaba
aunque todo pasara,
los reflejos en los espejos
eran extraños rostros familiares.

Aquellos niños
no le temían a nada.
Y tras escuchar la historia
de que la vieja juventud,
la eterna respuesta a la pregunta, 
se escondía en la casa tapiada
del final de la calle,
decidieron entrar a buscarla.
Sus cuerpos nunca regresaron de las sombras.
Los vecinos quemaron aquella casa
mientras las llamas iluminaban las lágrimas de las madres.

Nunca se volvió a ver a aquellos niños.


domingo, 27 de noviembre de 2016

Rechazo tras rechazo

Rechazo
tras rechazo.
Los cuerpos perfectos
terminan siendo esqueletos.
Camino sin rumbo,
quiero sin rumbo,
amo sin rumbo.
Le digo adiós a las armas
y a la guerra por tu retrato desnudo.
Yo solo quiero que alguien me quiera,
y aparecen en mi puerta,
miles de mujeres,
y entonces, escapo por la ventana de atrás.
Corro por los bosques,
huyendo de sus antorchas
y de su mundo de "deberías invitarla a salir".
Y en el pasado y futuro,
nosotros somos nosotros,
aunque nuestros cuerpos no sean nuestros cuerpos
y aunque el amor y el desamor fracasen,
vuelves a mí,
con tu rechazo.
Rechazo
tras rechazo.