domingo, 27 de noviembre de 2016

La sencillez humana

Las personas
son tan sencillas.
Todos tienen miedo,
todos están solos.

Las mujeres
no quieren morir
en un apartamento
de cuarenta metros cuadrados
con tres gatos
y tienen prisa por enamorarse.

Los hombres
beben hasta desaparecer
y sus caras
se encienden
y las arrugas
se hacen tan profundas
como una falla.

Tantas agendas de teléfono
con números que no se marcan.

Tantas personas que se conocen por error
y condones que se tiran
por la ventana del coche
cuando se conduce
de regreso a casa.

Y todas las mañanas lo mismo.
Examinar la carne
frente al espejo,
observar cómo desaparece
mientras las ratas
emergen del váter
y las cucarachas
corren a esconderse
debajo de la cama.
No se puede escapar,
Hemingway lo entendió.
Nunca es tarde
para empezar a vivir.
Y mis pies rozan los suyos
en la cama
y me grita porque le pregunto
quién es.
Seguramente,
los vecinos estén llamando
a la policía.
Y yo, mientras,
escribo esto
con el silencio impuesto
tras su portazo.

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