El
odio del mundo
golpea
en el cristal.
Ahí
afuera,
se
escuchan los gritos de muerte
de
las crías del destino,
los
falsos profetas y poetas
enseñando
el camino
que
lleva al abismo.
La
noria que no gira,
el Dios que no escucha
y
el Diablo que siempre tiene un consejo.
Y
es,
cuando
las lágrimas inundan mi habitación
y
me ahogo con mi propia existencia,
cuando
unos labios
me
salvan,
me
rescatan,
de
la caída de mi imperio,
del
tedioso desamor y su recuerdo.
Mi
corazón es un rebelde,
mis
inseguridades, mi enemigo.
El
chico callado,
de
ojos color veneno,
sufre
por dentro
para
poder crear algo bonito.
Pero
tus piernas,
son
únicas,
la
túnica que me esconde
de la oscuridad
y
de la locura.
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